Tacos de canasta para el Orgullo LGBTQ+

Las milpas, el comal y el humo del carbón en Villa de Etla, Oaxaca, dibujan las primeras escenas en la historia de Marven. Desde que tiene memoria, sus reinvenciones se fraguan a partir de una tortilla.

«Mi abuelo sembraba maíz, lo cosechaba, y mi abuela lo hacía tortillas, gran parte de su sustento era vender tortillas. No siempre había carne, a veces teníamos frijoles y tortillas, y los días que había carne teníamos moles amarillos, pero mi abuela siempre nos compartía sus recetas. Yo crecí en la cocina de mí abuela», recuerda.

A los cuatro años, Marven ya salía a entregar las tortillas al mercado donde su tía las vendía.

«Me ponían mi tenate y me mandaban a dejárselas. La tortilla es mi máximo, mi herencia. Nosotros las conocemos tan bien, que podemos decir si una tortilla es de maíz viejo o nuevo, es un elemento muy profundo en mí».

Cuando tenía seis años, su familia decidió mudarse al Estado de México y luego a la CDMX. Su padre puso en marcha una taquería y Marven siempre supo cómo hacerse de unos pesitos extra.

«Me mandaban a los tianguis a limpiar chiles y cebollas, junté periódico y cartón, lavé carros, limpié jardines, barrí calles… Algo que recuerdo mucho es que, cuando tenía 12 años, empecé a vender paletas de hielo y me daban un carrito que pesaba mucho. Como yo quería encontrar la forma de ganar un poco más, lo cargaba muy lejos, a zonas en las que pudiera venderlas un poco más caras», cuenta.

El que no grita, no vende

El desempleo, un amor, los amigos y la Marcha del Orgullo LGBTQ+ catapultaron el nacimiento de «Lady Tacos de Canasta».

«Un día mi papá me dijo que si quisiera tener trabajo, podría vender tacos. Yo sentía que podía hacer todo en la vida menos vender tacos. En la venta siempre tienes que interactuar con alguien y ese fue el problema de inicio, pero tuve que empezar por necesidad, no me quedó otra opción», recuerda.

Tras discutir con su padre, encontró apoyo en su pareja para comenzar a vender tacos de canasta. Pronto, Marven aprendió que para hacerse escuchar entre el ruido de las construcciones que se atravesaban en su ruta, había que gritar.

«Yo quería que la gente comiera mis tacos que representan también a Oaxaca. Desde los frijoles hasta mis guisados la comida de Oaxaca es muy condimentada y a mí me gustan mucho esos sabores fuertes. La hierba santa, la hoja de aguacate, la hierba de conejo son sabores que me trasladan y se convierten en melancolía y nostalgia».

En 2016, los gritos de Marven hicieron inmenso eco en la Marcha del Orgullo LGBTQ+. Animado por sus amigos oaxaqueños, decidió «producirse» para vender sus tacos.

«Yo iba a vender, pero no ‘producida’. Empecé a gritar y la gente nos empezó a grabar. Ese momento me cayó como balde de agua helada porque era una burla, pero hoy entiendo que es lo mejor que me pudo haber pasado. En medio de esa confusión, decidí darle vuelta a la historia: ya tenía el nombre, sólo me faltaba la publicidad», confiesa «Lady Tacos de Canasta».

Orgullo diverso

Marven se identifica muxe -en la región zapoteca del Istmo de Tehuantepec se llama así a los hombres que asumen roles femeninos-, pero también triqui -pueblo indígena del noreste de Oaxaca-, y oaxaqueña.

«El reto más grande que tuve al principio fue que la propia comunidad me aceptara. A veces, tenemos demasiados roces y la comunidad trans es aún más vulnerable.  Muchas personas me han dicho que no soy muxe porque no soy nacida en la zona, pero me identifico porque amo su cultura; y no sólo muxe, me puedo identificar triqui, zoque (etnia de Chiapas, Oaxaca y Tabasco). Más que poner en alto el nombre de la comunidad muxe, quiero poner en alto el nombre de todas las comunidades oaxaqueñas y su gente».

Su fama creció exponencialmente cuando el equipo de Netflix incluyó a «Lady Tacos de Canasta» en la serie «Las Crónicas del Taco».

Su quehacer diario y sus recorridos en bicicleta fueron plasmados en el episodio «Canasta», que recientemente recibió un prestigioso James Beard Awards -equivalente a los Óscares de la gastronomía– en la categoría Programa en Locación.

«Un taco es mi vida, mi papá es taquero de toda la vida. Todo esto ha sido una revolución muy fuerte en mi cabeza; a veces, aún no puedo creer todo lo que me pasa, y a veces no se trata de creérmelo, sino de seguir trabajando. Soy una persona muy bendecida, pero también le he puesto mucho esfuerzo y ganas», reconoce Marven.

A bordo de esa bicicleta viaja no sólo la canasta que le da el sustento diario, sino el reto de fomentar la diversidad, el respeto y la inclusión.

«Estoy en el intento de abrir la brecha en el tema de que todas las familias son importantes. ‘Lady Tacos de Canasta’ ha intentado juntar a todas las familias y promover el respeto que merece toda la gente, porque mi pilar más fuerte es mi familia. Tratamos de educar a las nuevas generaciones y hacerles entender que somos distintos. Es muy importante enseñarle a la gente que somos diversos», concluye la famosa vendedora de tacos, no sin antes invitarnos a seguirla en sus redes @ladytacosdecanasta.

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